William Kamkwamba, el niño que atrapó el viento


En el pequeño poblado de Wimbe, en Malaui, cuando el sol se oculta, la oscuridad no es una metáfora. Es real. Aquí no hay red eléctrica, ni bombillas, ni enchufes. Solo noche. Y silencio. Pero hace años, en medio de esa penumbra, un niño hizo girar la historia con una hélice improvisada.

Su nombre es William Kamkwamba, y cuando tenía 14 años, su familia —como tantas otras en la región— enfrentaba una sequía brutal. La tierra no daba frutos. El hambre se instaló como un huésped sin intención de marcharse. William dejó la escuela porque no podían pagar la matrícula. Pero no dejó de aprender. Visitaba una pequeña biblioteca comunitaria. Y allí encontró un libro que cambiaría su vida: Using Energy.


No entendía muchas palabras. Apenas leía inglés. Pero en una de las páginas, había una imagen de un molino de viento.

William entendió algo esencial: si podía construir uno, podría generar electricidad. Si podía generar electricidad, podría bombear agua. Si podía bombear agua, su familia no volvería a pasar hambre.

Durante semanas, recorrió los vertederos buscando piezas: un ventilador roto, un amortiguador de bicicleta, tubos de PVC, madera, una dinamo de bicicleta. Lo que los demás llamaban basura, él lo convirtió en posibilidad.


En 2002, su primer molino de viento giró por fin. Alto, inestable, pero funcional. La dinamo encendió una bombilla. Después, cargó un teléfono móvil. Luego, conectó una radio. Y entonces llegó la bomba de agua. Su casa fue la primera con luz en toda la aldea.

Los vecinos pensaron que era magia. Luego, que era brujería. Más tarde, que era inteligencia.


Un año después, William fue invitado a TED Global. Años después, volvió a la escuela. Hoy es ingeniero. Su historia inspiró un libro, un documental, una película (la película es entretenida y como siempre, basada en hechos reales, atrae mas nuestra atención, se titula El niño que domó el viento). Pero nada supera la imagen original: un niño flaco, subido a una torre de madera, ajustando aspas con una llave inglesa oxidada… y haciendo girar el viento.


En Wimbe, aún hay pobreza. Pero también hay una torre. Y en ella, una historia. De esas que no se explican. Solo se admiran.

"La curiosidad de Kamkwamba quiso mejorar el lugar donde vivía."