George Parrott y su banda, dedicados al robo de trenes en el lejano oeste del siglo XIX, asesinaron al detective de la Union Pacific Vincent y al ayudante del sheriff de Wyoming Robert Widdowfield durante la huida en un intento fallido de asalto a un tren en el año 1878.
Los dos agentes sufrieron una emboscada en Rattlesnake Canyon, donde la banda disparo en la cara a Robert y por la espalda a Vincent mientras huía, rápidamente escondieron los cuerpos y se llevaron las armas y los caballos.
Dos muertes a sus espaldas, fueron el motivo para que las autoridades pusieran recompensas por sus cabezas de 20.000 dolares, una fortuna para la época, para hacerse una idea, Jesse James acabó batiendo el récord de recompensa en su época por un pistolero, llegando a los 100.000 dolares.
La banda siguió robando y matando a sus anchas durante dos años más, hasta que un día de borrachera, George y su segundo, Charlie Burris, jactándose de los asesinatos de Robert y Vincent, fueron detenidos en Miles City (coordenadas a las que hacemos referencia en este post) por dos diputados locales que los identificaron como hombres con precio por sus cabezas.
George Parrott fue devuelto a Wyoming para enfrentarse a los cargos de asesinato.
Fue condenado a la horca el 2 de Abril de 1881, pero antes de esto, nuevamente estaba dispuesto a asesinar para huir, pero su intento de huida se vio frustrado y esta vez fue el pueblo quien se encargo de su condena, 200 personas se apuntaron a su linchamiento y tras saciarse, lo colgaron en un poste de telégrafo.
Los doctores Thomas Maghee y John Eugene Osborne se llevaron el cuerpo del poste al no ser reclamado por nadie, para así, poder estudiar su cerebro. La idea era estudiar la fisiología del cerebro para ver si podían vincularlo al comportamiento criminal de George.
Esa era la idea... Sin embargo, usaron su cráneo como cenicero, crearon una máscara con su cara y le arrancaron la piel y la enviaron a una curtiduría en Denver para hacer una bolsa de medico y unos zapatos. Continuaron durante un año sus experimentos sin conclusiones, finalmente enterraron el cuerpo en el patio trasero de la oficina de Thomas.
Nunca más se supo de George Parrott y esta rarísima historia hasta el 11 de Mayo de 1950, cuando, trabajadores de la construcción del Banco Nacional de Rawlins, desenterraron su cuerpo y sacaron a la luz absolutamente todo, incluidos los zapatos, ahora expuestos en museo.
Los dos agentes sufrieron una emboscada en Rattlesnake Canyon, donde la banda disparo en la cara a Robert y por la espalda a Vincent mientras huía, rápidamente escondieron los cuerpos y se llevaron las armas y los caballos.
Dos muertes a sus espaldas, fueron el motivo para que las autoridades pusieran recompensas por sus cabezas de 20.000 dolares, una fortuna para la época, para hacerse una idea, Jesse James acabó batiendo el récord de recompensa en su época por un pistolero, llegando a los 100.000 dolares.
La banda siguió robando y matando a sus anchas durante dos años más, hasta que un día de borrachera, George y su segundo, Charlie Burris, jactándose de los asesinatos de Robert y Vincent, fueron detenidos en Miles City (coordenadas a las que hacemos referencia en este post) por dos diputados locales que los identificaron como hombres con precio por sus cabezas.
George Parrott fue devuelto a Wyoming para enfrentarse a los cargos de asesinato.
Fue condenado a la horca el 2 de Abril de 1881, pero antes de esto, nuevamente estaba dispuesto a asesinar para huir, pero su intento de huida se vio frustrado y esta vez fue el pueblo quien se encargo de su condena, 200 personas se apuntaron a su linchamiento y tras saciarse, lo colgaron en un poste de telégrafo.
Los doctores Thomas Maghee y John Eugene Osborne se llevaron el cuerpo del poste al no ser reclamado por nadie, para así, poder estudiar su cerebro. La idea era estudiar la fisiología del cerebro para ver si podían vincularlo al comportamiento criminal de George.
Esa era la idea... Sin embargo, usaron su cráneo como cenicero, crearon una máscara con su cara y le arrancaron la piel y la enviaron a una curtiduría en Denver para hacer una bolsa de medico y unos zapatos. Continuaron durante un año sus experimentos sin conclusiones, finalmente enterraron el cuerpo en el patio trasero de la oficina de Thomas.
Nunca más se supo de George Parrott y esta rarísima historia hasta el 11 de Mayo de 1950, cuando, trabajadores de la construcción del Banco Nacional de Rawlins, desenterraron su cuerpo y sacaron a la luz absolutamente todo, incluidos los zapatos, ahora expuestos en museo.
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