Howard Carter, hasta la tumba de Tutankamón y la Maldición del Faraón.


Howard Carter, el menor de 11 hermanos de una familia inglesa nacido en 1874, fue instruido a temprana edad por su padre en los fundamentos del dibujo y la pintura. Pronto destacó ante la sociedad de egiptología inglesa por su talento como dibujante y le propusieron marcharse a Egipto, a lo que Howard, aceptó. Una vez allí, inicio su aprendizaje en la excavación y la restauración de monumentos para convertirse posteriormente en el inspector de antigüedades.


En el año 1908, un noble aficionado a la arqueología, Lord Carnavon, puso los fondos necesarios que Howard necesitaba para poder seguir con sus investigaciones, entre otras, sus excavaciones en el valle de los reyes.

El 22 de noviembre de 1922, Carnavon llegaba al valle de los reyes llamado por Howard para ver la apertura de la tumba hallada. 16 escalones llegaban a la puerta sellada donde descifraron el nombre de "Tutankamón". Tras la puerta comenzaba un pasadizo descendente que llegaba a una segunda puerta sellada. Había llegado el momento de ver el verdadero interior, Howard fue el primero en asomarse, quedo asombrado ante las estatuas, los animales extraños y el brillo del oro por todas partes.

Cuando Lord Carnavon pregunto ansiosamente "¿Puede ver algo?" Howard solo pudo contestar "Si, cosas maravillosas".


La tumba estaba llena de objetos, pero en desorden. Debido a su estado y al método meticuloso de estudio de Howard, se tardó mucho tiempo en vaciarla y trasladar al Museo Egipcio de El Cairo todo lo encontrado, más de 5.000 piezas, incluida la máscara funeraria de Tutankamón, de oro macizo.

El 3 de Febrero de 1923, se levantó el techo de la ultima capilla y quedo al descubierto "Un magnífico sarcófago de admirable artesanía, tallado en un bloque macizo de la mas fina cuarcita amarilla, que media 2,75m de largo, 1,47m de ancho y 1,47m de alto, con las diosas protectoras talladas en las esquinas". Dentro del sarcófago, estaba la esfinge de oro del joven rey.


Después de todos los hallazgos y clasificaciones, no todos estaban a salvo de la maldición del faraón, una maldición por la cual se cree que cualquier persona que moleste a la momia de un faraón del Antiguo Egipto, morirá en poco tiempo.

Pocos meses después, Lord Carnavon murió por una picadura de mosquito en la cara que le produjo una infección insalvable para la época, la misma marca que lucía la máscara funeraria del rey Tut.


La perra del Carnavon, Susie, también murió, se dice que el mismo día y a la misma hora que su dueño, al igual que otros cinco miembros del descubrimiento, que también murieron. Por suerte, Howard, quedó ileso y murió 17 años más tarde.

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