En esa fecha, un velero modelo Sun Kiss 47 de 14 metros naufragó con un cargamento de media tonelada de cocaína. Los narcotraficantes, que pretendían llevar el cargamento desde Venezuela hasta Las Islas Baleares, trataron de esconderlo, pero la furia de la naturaleza hizo que los vientos arrastrasen los fardos hasta el malecón del municipio.
Rápidamente se corrió la voz y comenzó la locura de la cocaína, daba igual quien estuviera allí, sin rango de edad, quien lo tuviera al alcance, comenzó a llevarse los fardos de cocaína consigo.
Debió ser una noche loca de gritos y con la gente corriendo para todos lados con fardos rebosantes en sus manos para guardarlos en sus casas hasta decidir que hacer con ellos .
Rápidamente la cocaína causo estragos en la población, los hospitales se colapsaron, se contaron 20 muertos por cocaína. No solo era mucha la que consumían, sino que además, su pureza era enorme.
Rápidamente las autoridades alertaron al pueblo de la peligrosidad de la sustancia, pero parecía que ya todo daba igual en Rabo de Peixe. Los bares ofrecían vasos de caña llenos de cocaína por unos 20 euros, todo el mundo comenzó a consumirla, corrían tiempos de locos.
La policía detuvo a Antoni Quinzi y este, una vez arrestado, se mostró colaborativo ante la caótica situación que había generado en la isla con semejante producto.
Tan esperpéntico debió ser, que en la noticia del Pais, se mencionaba como el colectivo de Rabo de Peixe tenía en su memoria (de forma exagerada) historias tan locas como chicharros empanados con cocaína o cucharas de farlopa en el café.
Sin duda, nadie conoció en persona, pero nadie olvidará en la isla a Antoni Quinzi, y mucho menos las autoridades. Aquel terrible mes junio de 2001, el cargamento que apareció en Rabo de Peixe, salió a 71 gramos de polvo blanco por cabeza, suficiente para perjudicar a prácticamente todo el municipio.
Wikipedia: Rabo de Peixe.
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